¿Hay acaso alguna duda de cuál ha sido la fotografía del año? Para mí no. A la derecha la tienen. En estas noches de vacaciones, en las que en vez de estudiar pierdo el tiempo viendo la televisión, me he topado con un resumen de la Eurocopa. Los pelos como escarpias. He estado incluso a punto de masturbarme viendo esas imágenes. ¡Vaya fútbol! La revolución de los bajitos llegó, se rompió el maleficio de cuartos y se ganó imponiendo nuestra autoridad en Europa. Sí señor. Un verano en el que los españoles (aquellos que tuvieron la suerte de poder viajar al extranjero) pasearían más orgullosos que nunca con sus camisetas rojas. Incluso en Salou, holandes, ingleses, italianos... tenían que postrarse ante nosotros. ¡Campeones de Europa!
Incluso tuve la ocasión de ver a esta gran selección llegar a Madrid. Estuve en Colón junto a más de un millón de españoles gracias a que me pasé por allí en aquellos días a matricularme.
Gracias a Cuatro por repetir algo que siempre quedará en nuestras retinas.
P.D. Y mientras tanto, en otros lugares dedicándose a tirarse bombas unos a otros, con lo fácil que es ser feliz.
Una final no se juega, se gana
Perdido
Perdido. Me encuentro perdido. Una de las grandes preguntas que se hace siempre la filosofía es el "de dónde venimos y a dónde vamos" y en este caso me la hago yo. Creo que sé donde vengo, pero no sé donde voy. No veo el camino a tomar y lo ya recorrido se me antoja demasiado difuso. La vista hacia el horizonte me hace pensar que voy sin un rumbo fijo. Tengo que pararme a reflexionar. Solo, junto a una taza de café caliente y con unas vistas que ayuden a la relajación. Es hora de quitarme el reloj, que durante una tarde entera no importen las horas, las prisas, nada. Sí. Me voy a tomar un respiro y eso que estoy de vacaciones.
El Euroracing
Volví a vibrar con un partido como no lo hacía desde hace bastante tiempo. Por otro blog comentábamos con Sergio Martínez la simpatía que nos creaban otros equipos que no fueran ni Barça ni Madrid, que nos habíamos salido de los "estereotipos". Pues bien. Mi padre es cántabro y futbolero, así que el hombre tiene la costumbre de bajar a ver los partidos del Racing al Centro Cántabro. Este lugar casualmente está debajo de casa. Yo había quedado a las once y tenía de tiempo de sobra. Será que necesitaba pasar más tiempo con él y que el partido me interesaba, así que fui a verlo. El encuentro fue emocionantísimo, cada gol de los santanderinos les colocaba más y más cerca de su sueño, pero el mazazo llegó al final. Gol del Manchester City y victoria del Paris Sant Germain por 4-0. Adiós a la UEFA. Las caras eran todo un poema. Como casi siempre que ocurren este tipo de cosas, enfado, frases de resignación (haber jugado en Europa ha sido un regalo... se ha hecho todo lo que se ha podido...), pero al final todos a casa con cara de tontos.
A ver si hay más suerte la próxima vez.
Dejo también aquí un vídeo bastante peculiar de este equipo de la temporada pasada. La calidad no es muy buena pero yo creo que puede valer.
El marketing me engañó
Lo debo reconocer, el marketing elaborado por Antena 3 para la película "El Castigo" consiguió engañarme. Me hizo estar dos noches frente al televisor para ver un film que a mi modo de ver, dejaba bastante que desear. La historia era buena, los actores también, pero la manera en que se contó y de la forma que se hizo película no consiguieron engancharme. Por tanto, un 10 para los publicistas de esta cadena, me hicieron un borrego más y allí estuve, delante del televisor a su merced. ¿Tanto poder tiene lo que a diario nos meten por los ojos en nuestro subconsciente (y también consciente en este caso)?
Un saludo
Andrés Montes, no te aguanto
Carta dirigida a Andrés Montes:
¡Qué suplicio de partido! Andrés Montes, no te aguanto. Me pareces un locutor patético, que sabe poco o nada de fútbol y que carece de cualquier tipo de humor. Desconozco el mundo de la NBA y el baloncesto, pero creo que sus payasadas tienen mayor cabida en ese estilo televisivo. Mucho más farandulero que nuestro fútbol.
No aguanto la manera en que narras los partidos; que te equivoques constantemente de jugadores y de nombres; que te cueste media hora decir quien lleva el balón porque seguramente lo estarás mirando en un folio que tengas en la cabina; que repitas las frases dos o tres veces por si no te hemos entendido; que hagas gracias del tipo "cucurrucucu paloma" y por el estilo; que embarques a Salinas en ese teatro (me compadezco de él, aunque también tiene su parte de culpa). ¿Qué pinta preguntarle al gran Julio "dónde están las llaves" en mitad de una jugada? A muchos nos gustaría que le despidieran como locutor principal de la Sexta, ganaría muchos enteros y sobretodo ganaría calidad.
Me encanta ver los partidos del plus del domingo. Sus dos comentaristas llevan años juntos, se entienden a la perfección y hacen que la visión de un simple partido de fútbol sea mucho más entretenida. Quizás es que pido demasiado, que hay pocos periodistas como ellos capaces de hacer todo tan sencillo, pero es que a usted no le aguanto (repito por enésima vez). Hay ratos en los que me gustaría apagar la televisión y no escucharle, lástima que no tenga un aparato de radio cerca.
Se lo pido por favor, háganos un favor a todos los españoles y vuelva a retransmitir el baloncesto. Ahí puede explayarse todo lo que quiera con "aerolíneas Jordan" y esos apodos que tanto le gusta poner a los jugadores. Para el género radiofónico pueden valer, le dan otro toque. ¿Tiburón Puyol? ¿Humphrey Bogart? ¿Tócala otra vez Sam? ¿Moto gp Alves? Cada vez que escucho ese tipo de comentarios me darían ganas de darle un puñetazo, no me explico como se pueden decir tal cantidad de chorradas y que sus jefes se lo permitan, además de que seguro están encantados con usted.
Afectuosamente. Manuel Martín Rubio
Me cuesta empezar
Lo que más me cuesta siempre es empezar. Estoy en el ordenador, leo blogs y comentarios, la prensa, pienso en mi día... es decir, pierdo el tiempo. Me gusta escribir, mucho. También hablar, aunque hacerlo solo en un cuarto de 3 x 4 no creo que sea muy recomendable, seguro que me tomarían por loco.
A lo que iba, no me salen las palabras para comenzar a escribir. Después de rellenar las dos primeras líneas, el resto viene solo. Incluso hago pequeñas modificaciones y la inspiración me inunda la mente. Llego a mi habitación y me bloqueo. Es una situación extraña que no creo que consiga describiros.
Emulando a Martin. Me gusta la navidad. Me gusta la nieve (en pequeñas cantidades). Me gusta la barba de Pep y su estilo. No me gusta la situación del logroñés. Espero que me comprendas, he leído por varios blogs estos pensamientos de personas y quería reflejarlos por aquí lanzándote un pequeño guiño.
Mañana cena de navidad en la residencia. Tiempo para reunirnos todos, charlar animadamente y olvidar durante unas horas esos exámenes que ya se acercan, esos problemas económicos que cada día nos ahogan más y todas esas inquietudes que perturban nuestros tranquilos sueños. Espero que todo vaya bien.
Un saludo
De vuelta
Se acabó el puente. Todos los planes que había pensado hacer han sido llevados a cabo con éxito. Nada se ha quedado en el tintero. La guinda al pastel la ha puesto el lunes, aunque con un sabor un poco extraño.
Por un lado está mi querido Club Deportivo Logroñés. Me ha dado pena. El enfermo está peor que nunca. El aspecto de Las Gaunas era triste, poco llamativo, carente de sentimientos, desolador... No sentía lo mismo que otras veces. Me apetecía estar allí pero me daban ganas de marcharme.. no quería seguir aguantando ese espectáculo. "Este no es mi logroñés" - me repetía constantemente. Siento que ha llegado a su fin, que la llama de la esperanza es cada día más tenue y pronto se apagará.
Por otro lado está la calle Laurel. Hacía más de tres meses que no la pisaba y ha tenido que ser un viejo amigo el que me haya invitado. Volver a recordar esos "champis", "Tío Agus", "Rotos", orejas, patatas bravas... es algo que no tiene precio, aunque hay algo que destaca por encima de todo, esos vinos de nuestra tierra. Soberbios, como todo lo que encierra ese mágico lugar en pleno centro de Logroño.
Prometo volver antes de que acabe el año, tanto a Las Gaunas como a la calle Laurel. Lo primero es una lástima que no dependa exclusivamente de mí. Ojalá que todo se arregle.
¿Y en el puente? A Logroño
¿Qué es lo que se puede hacer en el puente cuando todavía esos exámenes están tan lejos? Pues volver a casa. Visitar a la familia, ver a los amigos, recordar ciertos lugares... La mayoría de los estudiantes hacemos eso, tenemos esa pequeña necesidad de volver a las raíces (como el programa veraniego del gobierno) para no sentir que esa nueva ciudad nos atenaza.
Todavía no ha concluído mi viaje, solo llevo unas horas por Logroño, pero bastan para ver que nada ha cambiado. Por suerte, todo sigue en su sitio. Esta noche seguro que la visita a la mayor transcurre como de costumbre, entre litros de alcohol y mujeres, guapas todas ellas, que desgraciadamente pasarán de largo ante nuestras ganas de charlar.
Me queda una espina clavada, ver a mi querido Club Deportivo Logroñés en sus últimas horas de agonía, espero hacerlo el lunes. Lástima todo lo que ocurre a su alrededor. Mientras volvía en el autobús, escuché a un joven preguntar por el móvil: "¿Sabes si los del logroñés han cobrado?" La respuesta, negativa, como siempre.
Dejo una foto de Logroño desde el Monte Cantabria, las hay mejores. Simplemente quería recordar esos ratos con mis "colegas". Subíamos allí y charlábamos sobre nuestros problemas, sueños e inquietudes. Ahora no hay tiempo para eso, solo para disfrutar al máximo sin reflexionar, para ello hay largas horas de viaje hasta la capital de España.
Un nuevo enemigo
Tengo un nuevo enemigo. Nunca me ha gustado enemistarme con la gente, tampoco he intentado caer bien, pero esta vez la situación me ha superado. La plancha, ese electrodoméstico tan común ha conseguido que nos enemistemos de por vida. El primer paso en la independencia de una persona es aprender a cocinar, por suerte tengo un fantástico comedor en mi lugar de residencia en el que Mercedes se maneja a las mil maravillas. El segundo, la limpieza de la ropa.
No sé por qué extraña razón, no encuentro ese cubo que tenía antes en casa, en el que dejaba la ropa sucia y por arte de magia aparecía de nuevo en mi armario, "limpita y planchadita", que diría mi hermana. He buscado por todas partes, no lo he conseguido encontrar. ¿Dónde está? Creo que a 400 kilómetros, he decidido llamarlo por alguna extraña razón: "mamá".
Lo siento. Tengo un nuevo enemigo. La plancha.
