Esta vez no tengo ningún título ¿llamativo? que escribir, si es que alguna vez he conseguido hacerlo. Son las 5 y media de la mañana, voy por el quinto café. En realidad no tengo sueño, simplemente quiero estar despejado y que no me pegue el bajón. ¿Por qué? Mañana empiezan los exámenes. Como suele ser habitual, me ha pillado el toro. La cornada parece profunda, en la femoral, 30 centímetros y con 3 trayectorias. Los médicos y especialistas me quieren operar de urgencia pero no creen que salga adelante.
Los apuntes no me solucionan nada, la bibliografía tampoco, la mayoría de compañeros están como yo (no creo que peor) y ya no sé que hacer.
Seguramente se pueda decir que son los "típicos" nervios antes de los exámenes. Ojalá. En realidad si escribo esto es para desahogarme. No hay más sitios para hacerlo. Un paseo bajo la lluvia no me parece muy adecuado a estas horas, además los curas se enfadarían si salgo ahora de la residencia. Escribir me relaja. Me hace ver las cosas desde otra perspectiva, desde fuera. Puedo verme escribir en el ordenador, con los apuntes a un lado y lleno de dudas.
No me voy a meter a la cama, sería mi perdición. Nunca me ha gustado rendirme, a veces incluso he pecado de ser demasiado orgulloso y empecinarme en batallas que estaban perdidas de antemano. Hasta que el cuerpo aguante, no queda otra. Esta situación me recuerda al final de la película 300, con la pequeña diferencia de que esta vez no se puede morir matando, solo se puede morir.
Julio (Profesor de Historia - IES Práxedes Mateo Sagasta)
Si has estudiado y las cosas tienen solución, no hay por qué preocuparse. Y... si no has estudiado y no hay solución posible. ¿Para qué te vas a preocupar entonces? No hay que llevarse malos ratos.
2 comentarios:
Ánimo con los exámenes y mucha paciencia, sobre todo paciencia...
P.D.: ese Julio y sus mapas... jejeje
Joder, Manu, yo también estudié en el Sagasta. A mí me dió Lucinio...
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